iNSiDE

We all begin out with good intent, when love is raw and young, we believe that we can change ourselves, the past can be undone, but we carry on our back the burdens time always reveals, in the lonely light of morning, in the wound that would not heal, it's the bitter taste of loosing everything , i've held so dear... FEAR!

presentes.-

30 sept 2015

Para ti



Hola,
          No tengo ni una idea, ni un pensamiento, ni siquiera una mentira o algún drama exagerado para usar como excusa barata para poder acercarme a ti. Porque vale, qué va, no me interesa ni huevo hablarte… Pero las palabras –aún las más estúpidas- son la excusa perfecta para estar frente a ti, y observar como de a poco tu sonrisa se va dibujando en tu rostro, y que al compás de tu mirada, ni la física ni la matemática pueden impedir que ambas fuerzas de atracción sumen proporcionalmente tus reacciones fisiológicas a la distancia que recorren mis palabras hacia tus oídos, para que finalmente, la ecuación sea la distancia de los cuerpos es proporcional al deseo que se tienen el uno del otro. Y mira qué bien lo has hecho, si hasta lograste que terminara hablando de matemáticas, aun cuando las detesto, y de una manera bien feliz por lo demás. Y mientras las ciencias hacen su trabajo, yo te sigo observando, para que te quedes en mi memoria, para que te quedes en los espacios vacíos de mi mente, aquellos que me hacen suspirar a media noche bajo un cielo estrellado. Aquellos que he descubierto que existen gracias a tus sonrisas, y a tus instantes de observación-análisis que haces cuando te detienes a mirarme. Gracias a tus escapadas de ironías y sarcasmos a tono de “broma”, que me hacen mover la cabeza de un lado al otro tratando de entender cómo es que logras hacer que funcionen tan bien en mí. Gracias a tus constantes sacrificios de TIEMPO para escuchar mis delirantes y extremos dramas, que a veces solo existen en mi mente y no necesariamente en la realidad. Gracias a tu semántica bien utilizada, la que palabra por palabra me dice que nada ha sido escogido al azar, ni menos las has querido decir como resultado inoportuno del juego hormonal que contextualiza encuentros casuales, y es que es esa misma semántica la que eriza mi piel por completo, atrapando mi mirada en el centro de tus ojos. Solo gracias a todos estos retratos fotográficos de momentos hilarantes, es que reconozco que hay más de mí por conocer que no conocía hasta antes de ti.
En fin, cautiva. Esa es mi palabra en estos momentos, cautiva.  Y aunque aún no puedo identificar dónde es que queda mi voluntad en todo este juego conceptual, por ahora puedo reconocer que una pequeña parte de mí, es esclava por voluntad a tu –estúpida y sensual- sonrisa.
Y es que quisiera decirte que esa simbiosis que se provoca cuando tú y yo estamos juntos, es simple e insuperablemente excitante. Y bueno, con todo esto, no quiero que sientas que mis palabras son una patética –pero bonita- forma de decirte que me gustas, porque claro, aunque suene aún más exagerado, aún no puedo descifrar eso. Porque tampoco quiero decirte cómo es que mis latidos cambian cuando tu piel rosa la mía. O tampoco quiero que sepas que al mirarte una inefable lluvia de ideas colapsan mi sistema nervioso, para resultar en un solo concepto: felicidad. Tampoco quiero que sepas que quiero detenerme en tus ataques depresivos que llegan por lo menos una vez al mes, esos que te tiran a la cama cuando solo quieres dormir, y que dibujan en tu rostro más arrugas que abuelo de 100 años. Aquellos mismos ataques que nos hacen mover la lengua en conversas largas y deliciosas, sobre la vida, la felicidad, los sueños, el pasado, la historia, o simplemente nuestras vidas. Aquellos mismos ataques que agradezco, porque ellos me han mostrado lo maravillo que eres y lo insuperablemente brillante que puedes llegar a ser cuando te lo propones. Esos mismos ataques que nos han permitido mostrarnos tal cual somos, y que aun así, no han marcado distancia entre nosotros, al contrario, la acorta. Distancia que a veces ha sido física, y que ha desaparecido fugazmente cuando tus brazos me toman por completo, para quedarnos suspendidos en el tiempo-espacio de los cálidos respiros. Ataques que finalmente solo buscan caricias y abrazos, porque no creo –y no quiero- estar dispuesta a limitarme cuando te abrace, porque la próxima vez que me abraces quiero seguir sintiendo que soy tuya, pero que ambos seguimos siendo los mismos. Insisto que no quiero decirte nada con lo que puedas mal interpretarme. Porque esta vez no soy un saco de emociones irracionales y pasionales, una quinceañera con mariposas en la barriga que se paraliza cuando escucha tu voz. No, esa no soy yo. Esta vez el vaso se ha llenado de experiencias suficientes para entender que no se trata de quien mueve tu piso, sino de quién se detiene contigo sobre el mismo piso inmóvil de experiencia, fuerza, pasión e inteligencia. Recuerda, esa no soy yo. Tampoco soy esa que siente que su vida tiene sentido ahora que lo encuentras a él, sino más bien, que tu vida siga en el mismo sentido que antes de que lo conocieras, porque entiendes que dos son mejor que uno. Porque ahora sabes que las personas son falibles, incluso tú misma, y que por ello necesitas estar bien contigo misma para poder estar bien para otro. Entiendes que tampoco se trata de estar completa ahora que ha llegado él, porque sabes, por experiencia, que la plenitud se alcanza cuando das y no cuando recibes, porque luego de todas las veces que has estado sola, has entendido que han sido suficientes para enseñarte que no hay nada mejor que estar completo de ti mismo, y que eso, a la larga, resulta en dos vidas completas que caminan y trabajan paralelamente, respetando sus diferencias para valorarlas y aprender de ellas. Por esto, no quiero decirte todas esas brillantes y románticas palabras que son verdaderas lisonjas fugaces, que duran un suspiro. Quiero simplemente decirte que quiero ser feliz contigo, y que tú lo seas conmigo.